Andan salmodiando una sola para no hacerla. Este domingo 2 de febrero, la policía de la Ciudad de Buenos Aires desalojó a los coleccionistas del Parque Rivadavia, herederos de una tradición que viene desde antes de antes. No existían ni esta gestión de gobierno ni esos uniformados cuando ya había vecinos intercambiando coleccionismo en el verde parque del Parque.
La historia del idilio entre el Parque Rivadavia y el coleccionismo es más bien conocida, pero un resumen veloz dirá que fue una chispa que se encendió en la década del 40 con la numismática y la filatelia, que continuó con la incorporación de libros y revistas, y que se hizo grande con los hobbistas. Pasaron los ’80, pasaron los punks, pasó Ricardo Iorio intercambiando discos de vinilos, pasaron la explosión juvenil de los ’90 y la piratería de los 2000, pasó el fenómeno de El Quinto Escalón, pasó de todo. Ahí, en ese mismo lugar donde el domingo pasado echaron a personas que intercambian retronostalgia, videojuegos, juguetes, cómics y VHS. La historia continúa. ¿La historia continúa
La última expresión de estas juntadas de hobbistas y coleccionistas se cocinó a finales de 2021, cuando un tendal de nerdos llegaron los domingos de 8:30 a 15:00 con sus mantas al Parque, para vender y canjear coleccionismo en general. Poco a poco, el rebusque hizo que muchos otros coleccionistas se acercaran a deshacerse de sus colecciones. Algunos para ampliar sus hobbys. Otros para dejarlos atrás. Otros para sacrificar su objeto de deseo en pos de morfar caliente. Otros… por la razón que sea, ahí estaban.
“La feria empezó a crecer y crecer”, recuerda Juan Manuel La Volpe, gestor cultural y una de las voces que más agitó el reclamo en redes por el desalojo. “Al principio éramos como 20 manteros”, sigue. Definamos “manteros” para quienes no frecuentan el Rivadavia: un montón de personas –muchas vecinas de Caballito y de los barrios primos– que se acercan al Parque con sus nerdeadas para canjear o comprar otras. Un escenario totalmente familiar, amigable e inherentemente clasemediero. Hace falta aclararlo de toque para no fantasmear delincuencias, ni mafias, ni oscuridades.
“No arreglaron, cuando ‘arreglen’, vuelven”, tuiteó el empresario cárnico Alberto Samid. En corto: no hay quién arregle porque la feria no tiene referentes, es un rejunte espontáneo de nerdos. No hay con quién “arreglar” tampoco, porque la policía los desalojó sin conversar previamente.
A propósito, vaya el tuit del presidente de la Comuna 6 (Caballito), Federico Ballán: “Las ferias funcionan con normalidad. Lo único que tocamos fue manteros”. ¿A qué se refiere con “tocamos”? ¿Asume que tuvo que ver con la gestión? ¿Cuál fue el motivo? “Ocupaban el espacio público de manera ilegal”, continuó el funcionario del PRO. “Una buena gestión, además de entender el escenario, trabajaría para hacer algo con ese impulso social. Eso es hacer espacio público”, escribió el arquitecto Alejandro Csome en X.