Aunque la chía pueda ser pequeña en tamaño, su impacto en la salud es todo menos modesto. Esta diminuta semilla se erige con distinción en la categoría de “superalimentos”, desplegando su capacidad para otorgar notables beneficios a quienes la incluyen en su dieta diaria. La chía se revela como un recurso nutricional invaluable, desplegando una gama de propiedades que contribuyen de manera significativa al bienestar general cuando se incorpora de forma consciente en la alimentación diaria.
Proveniente de la planta Salvia hispánica originaria de América Central, la chía aporta fibra, proteínas vegetales, minerales y ácidos grasos omega-3, entre otros beneficios, y es debido a eso que supo ser un importante ingrediente en la alimentación diaria en pueblos aztecas de México.
En una reciente publicación, expertos de la Escuela de Salud Pública TH Chan, de Harvard, indicaron que la semilla de chía es denominada como un alimento funcional, ya que más allá de su valor nutricional entre sus “puntos a favor” impulsa la disminución del colesterol, mejora la salud intestinal, reduce el apetito y el peso, baja los triglicéridos y mejora de los niveles de azúcar en la sangre, ideal para quienes padecen diabetes tipo 2.
Para qué sirven las semillas de chía
Su composición en omega 3 convierte a las semillas de chía en un gran aliado de la salud cardiovascular (Getty)
- Mejoran la función digestiva: múltiples estudios respaldan que las semillas de chía aumentan la absorción de vitaminas y minerales en el intestino, fomentan el crecimiento de bacterias intestinales beneficiosas y pueden aliviar el estreñimiento debido a su contenido de fibra.
- Ayudan en la pérdida de peso: consumir agua de chía puede reducir el apetito debido a que las semillas se expanden en el estómago. Sin embargo, es importante no exagerar, ya que un exceso de semillas de chía puede causar problemas digestivos si no se bebe suficiente líquido durante el día.
- Contribuyen a prevenir enfermedades crónicas: las investigaciones sugieren que las semillas de chía pueden ayudar a prevenir enfermedades cardíacas, diabetes y obesidad. Además, algunos estudios señalan que disminuyen la inflamación, y son buenas para controlar los picos de glucosa y reducir los triglicéridos.
Cómo hay que preparar las semillas de chía antes de consumirlas
Según la Escuela de Salud Pública de Harvard, las semillas de chía cuentan con 9 aminoácidos esenciales (Getty)
Para que se aprovechen los beneficios de la chía, es recomendable consumir entre 10 y 15 gramos de semillas diariamente, esto es el equivalente a dos cucharadas.
Pero, ¿de qué forma conviene consumirlas? La superficie de las semillas de chía es muy fina y se rompe fácilmente, y dado que todos sus nutrientes están en el interior de la semilla, los especialistas recomiendan hidratarlas en agua o mezclarlas con alimentos como batidos, yogur o leche para que liberen todas sus propiedades.
Si se opta por consumirlas secas, el consejo es molerlas antes para mejorar la absorción y la salud intestinal.
En cuanto a la porción ideal, los expertos aseguraron que dos cucharadas soperas completas contienen 30% de manganeso, 27% de fósforo, Zinc, vitamina B1, B2 y B3; así como también potasio. En esa pequeña porción también se pueden detectar 138 calorías y solo 1 gramo de carbohidratos digeribles, 11 gramos de fibra, 4 gramos de proteínas, 9 gramos de grasas (5 de las cuales son Omega 3), un 18% de la cantidad de calcio diario recomendado y un 30% de manganeso.
Los efectos de las semillas de chía en la salud
La semilla de chís proviene de la planta Salvia hispánica originaria de América Central (Getty)
Las semillas de chía se han consolidado como un verdadero tesoro nutricional. Su composición en omega 3 no sólo ofrece beneficios cardiosaludables, sino que también actúa como un potente antiinflamatorio natural.
Esta propiedad es crucial en la reducción de la inflamación crónica, contribuyendo así a aliviar dolencias y mejorar la salud general.
Según la Escuela de Salud Pública TH Chan, estas semillas cuentan con 9 aminoácidos esenciales, los cuales el organismo no puede producir. De todos modos, son extremadamente importantes para el crecimiento y la reparación de células y tejidos. Además, tiene un gran número de antioxidantes, entre los que se encuentran los compuestos fenólicos, flavonoides, ácido cafeico, ácido clorogénico; miricetina, quercetina , kaempferol, según enumeraron desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria argentino (INTA) en un documento.
Estos antioxidantes “reducen la acción de radicales libres, previenen el envejecimiento celular, evitan la alteración de membrana celular y previenen enfermedades crónicas no transmisibles y/o degenerativas”, advirtió la institución argentina.