La reunión presagiaba una dura pulseada entre los sectores dialoguistas y confrontativos por la posición que la central sindical debía adoptar frente al Gobierno. Pero la intensidad de las quejas contra la política económica y social del presidente Javier Milei y su decisión de dar por tierra con los reclamos que la mesa chica cegetista le llevó al secretario de Trabajo, Julio Cordero, (antes de la reglamentación de la restauración del Impuesto a las Ganancias), terminó por unificar opiniones y la decisión de endurecer la postura ante la Casa Rosada. Por lo tanto, la central obrera definió que no participará del “diálogo social” que promueve el Gobierno junto a empresarios para profundizar una reforma laboral que quite más derechos a los trabajadores. Frente a esto, van a volver a las calles: la CGT se comprometió a jugar un papel “muy activo” en la marcha del 7 de Agosto por San Cayetano junto a los movimientos sociales donde se desempolvará la consigna por “Paz, Pan y Trabajo”. También será parte de la Marcha de las Antorchas de este viernes para recordar la muerte de María Eva Duarte de Perón desde la sede de Azopardo hasta la Catedral Metropolitana –en medio de reproches a la dirigencia del PJ–, mientras que en el plano sindical se convocará a un plenario de regionales de la CGT para definir un nuevo plan de lucha.
Unánime
La decisión fue unánime y avalada por los integrantes del triunvirato que conduce la CGT: Héctor Daer (Sanidad), Carlos Acuña (Estaciones de Servicios) y Pablo Moyano (Camioneros). Las intervenciones de los representantes de los distintos gremios sobre los despidos, suspensiones y salarios a la baja, además de crítica situación de las obras sociales, en cada una de sus actividades fueron determinantes para endurecer la postura frente al Gobierno.